sábado, 24 de diciembre de 2011

El vio

Tal como cita la canción del gran Louis Armstrong el vio arboles verdes, rosas rojas floreciendo para él y para todos y todo un mundo maravilloso.

Nunca supo por que, pero por algún motivo aparente “eso” ya había pasado. El ya no veía las rosas rojas florecer y mucho menos un mundo maravilloso.

Como ya se sabe, gustaba tener control de las situaciones y se entendía en superioridad de condiciones en lo referente a la inteligencia emocional y el manejo de las situaciones con terceros.

El vio, pero ahora no puede ver. Tampoco es que tenga ganas, pero no puede ver. Se dejo romper por una chica. Esa chica que un día le desmintió que él era totalmente imprescindible para ella.

El vio y la dejó ir mientras se tomaba un bondi para llegar al jardín japonés a fumarse un pucho. El vio ese bondi lleno de gente…la puta madre…como odiaba los bondis.

El vio esa caja de colores donde danzan hilarantes damas de plástico, al ritmo del estúpido rating que lo único que hace es degradar la personalidad de quienes forman parte de ese circo, y lo peor de todo de quienes consumen ese circo.

El vio a una chica en el bondi, el 104, dándose cuenta que en realidad era meramente un sueño. En ese momento vio a su subconsciente traicionarlo, dándole a entender que era necesario muchas veces relacionarse, pero él vio que eso era una estupidez.

Vio muchas cosas, pero ese Viernes no quería ver nada. Era la víspera de Navidad y Montevideo emanaba fiesta por todos lados. Fiesta de la buena. Fiesta de esas que se dan dos veces al año. Fiesta donde se pierde la velocidad crucero en lo que refiere al transitar a través de los excesos, convirtiendo todo en un frenesí que duraba un poco mas de 5 horas.

Menudo frenesí el cual arranco con el típico brindis laboral donde el capo de tuno le dice a sus súbditos que todo lo que hizo la empresa era gracias a ellos y que no era lo mismo sin la ayuda de ellos. Como odiaba esos brindis….pero poco le importaba dado que lo mejor, como siempre, estaba por venir (angustia?¿).

Dejó a “All you need is love” de un lado en la reproducción de su emepetrés y fue derecho a “Come Together” para ver si de ese modo se motivaba para semejante jarana.

La cancha estaba preciosa, la billetera dulce, además de la compañía de sus compañeros de laburo para emprender semejante trip festivo.

Tenía rabia por que no le gustaba la navidad, razón por la cual se dijo “Esto no tiene que terminar como el año pasado”, dado que cuando hay rabia, el se la agarra consigo mismo y fue ese el leit motive para una borrachera, que termino con el enchastre de un taxi y una resaca que le duró toda la noche del 24 del año pasado.

Shhhhhh. Fue el primer ruido que recuerda, después de que se sacó su reproductor de música de los oídos.

Era la popular sidra de plástico de treinta y pico de pesos destapándose…así comenzaba todo. Enchastre. El perejil de su amigo y compañero de trabajo, lo bañaba con el brebaje, al grito de “Vamo’ las putas vamoooo’!!!!!”, quedándose pegoteado por lo que quedaba de velada. Mierda, odiaba quedar pegoteado por la cidra.

Sidra que al ritmo del mismísimo jesú se fue multiplicando de manera más que teológica, dejando de este modo letras arrastradas a la hora de hablar, tambaleos a la hora de tirar un paso en la Peatonal Sarandí y alguna que otra visión doble.

Ya habían pasado cerca de tres horas, incontables latas de cervezas, sidras y medios y medios calientes cuando él vio parte de su vestido moverse al rito de, por lo que recuerda, era una batucada.

“A vos misma” pensó mientras se dirigía a comprar las que iban a ser las últimas 2 latas de cerveza de la partuza.

Por que dos?

Sencillo, si el utilizaba las primeras 10 palabras de conversación de manera adecuada, con esa lata extra tenía la excusa perfecta para quedarse conversando de quien sabe qué carajo con la fémina.

Muy rico todo, metió como nunca antes había metido esas 10 palabras, robó la primera sonrisa. Ganó.

Le entrega la lata y dispone sacar su revólver de la cartuchera para de este modo “tirotear” a la botija.

Tiroteo furtivo si lo hubo, ya que la chica mientras le sonríe, le agarra la mano para sacarlo a bailar, a pesar de la negativa de su partenaire. A él no le gustaba en absoluto bailar. Era torpe y no entendía como podías congeniar con alguien mientras se tiraba el pasito del 2 y 1.

El resto, solo quedará en el viento. Risas, intercambio de teléfonos, nombres quizás falsos, quizás no y la promesa de volverse a ver en la víspera del 31, donde según lo que se pregonó, saldrían ellos dos solos.

Bailó la última pieza de la canción guachiturra de turno, se despide de ella con un beso en la zona roja de la mejilla.

Se da vuelta, se pellizca para ver si no se había dormido de nuevo en el bondi y escucha el vidrio rompiéndose.

Se despierta luego de la cuarta cachetada del enfermero de la emergencia móvil, quien luego de explicarle que el novio de la chiquilina le había dado un botellazo en la cabeza dejándole de regalo de navidad 5 puntos en la cabeza, da vuelta otra página más en la historia del Capitán Angustia.