miércoles, 30 de enero de 2013

Soñé



Soñé que estaba cenando en un lugar con vos. Si, ese lugar al que fuimos a ver esa película que nunca proyectaron, por eso al final comimos.



Bueno,  había otras actividades, no sé cuáles eran. Además había un grupo de chicos, más chicos que nosotros, que carecían de esa consciencia de consentir más allá del consentimiento de las cosas.

Y el tiempo se iba, se iba y se iba más allá de donde yo lo pudiera alcanzar para darle un par de trompadas y pedirle que pare de una vez; así de una vez por todas puedo deshacer lo hecho y rehacer lo que nunca hice, total, estaba soñando.

El tiempo no paró y llegó la comida. Olía bastante rara, tan rara que hizo que te perdieras en la conversación que estaba tan lejos como a dos mesas de distancia, mientras yo pensaba en aquel recurso literario que tanto te molesta. Si, la remera que siempre trato de robarle a mi hermana, esa remera que hace que quien me vea, piense que soy putito, sin que esto sea un acto racial ni mucho menos.

Estabas re lejos. La panera con grisines marcaba una frontera casi tan larga, como el camino a la parada del bondi un 6 de Junio con 4ºC.

Me acordé del bondi y del viaje que hice en invierno al jardín japonés cuando el día estaba nublado y feo, tal como lo estaba mi cabeza. Ahí me fumé un pucho cuando me dijeron que no lo hiciera. Volví a la mesa. Se me infló el pecho. Que osado.

-Postre?¿

Hubiera estado bueno alertar sobre el temporal de mi cabeza.
Hubiera estado bueno resolver lo irresoluto de lo interdicto de mi ser y no cargar con la cruz de lo  no hecho.

El olor del pucho, que le pone el moño al final del postre, me recuerda que el Lunes tengo que dejar de fumar.

Pasa un avión. Como buen canario miro el cielo para verlo.

Estiro el calambre que me vino en la billetera y camino con vos, silbando bajito.

Tengo ganas de decirte mil cosas que ya te dije sin decir. Tengo ganas de contarte las mil historias que no son cuentos que alguna vez quisiste escuchar. Día tras día, trato de levantarme de este sueño que siento que no estoy soñando. Tengo ganas de decirte mil cosas.

-Postre?¿

-No gracias, prefiero comenzar a cenar.

El ruido del avión se va lejos mientras el submarino amarillo de mi silbido se cambia por la cortina musical de un programa de radio.

Tengo ganas de decirte 1 cosa en lugar de mil. Tengo ganas, ando ganas, en fin.

Besos, bye.