Ayer me dormí y justo cuando estábamos
entrando a un sueño de la luna, me di cuenta que estoy tan sordo que no te oí
respirar.
Ayer me dormí pero antes se me hicieron un
nudo aquellas medias que me había sacado.
Ayer dispuse abrir aquellas puertas que
querés que se cierren de par en par. Ayer quise que estuvieras justo cuando no
estabas, ayer quise gritar, fumar y
tomar para anestesiar el dolor.
Ayer me horizonté bajo el techo y sonreí al
saber que no te encontré en la esquina de mi casa por que nunca estuviste ahí.
Ayer me dormí pero justo antes, abrí lo que
se cerró antes de querer dejarlo abierto. Ayer la esquina de mi casa se hizo un
cuarto y justito te encontré.
Ayer me dormí pero me desperté justo a
tiempo para saber que ahora se durmió el
dolor.
Ayer me dormí y te quise.
Hoy
me despierto, salto, relativizo y esgrimo lo que hay frente a lo que ya no. Trato
de vivir sin morir en el intento, trato de excretar treinta y tantos años de un ser que no
quise ser.
Ayer me dormí y me puse onírico para darme
cuenta que no hacen falta ni 20 poemas de amor ni 20 canciones desesperadas;
que no hay que ser astronauta ni mucho menos una planta; que daría el mar entero para tratar de cruzar
el fuego y tener el mundo entero. Donde en tu China no hayan más murallas que
nos separen las palabras que alguna vez quisiste escuchar.
Ayer me dormí y te tuve al lado.
Ayer me dormí y me quedé sordo de tanto
escucharte respirar.